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Una revisión de estudios dirigida por investigadores de la Universidad de Pennsylvania (Estados Unidos) ha revelado que todavía hay poca evidencia científica sobre cuáles son los mejores métodos para mantener limpios los hospitales por dentro y prevenir infecciones nosocomiales, que son las que se producen durante un ingreso.

El trabajo, publicado en la revista Annals of Internal Medicine, recuerda que las bandejas para comer en la habitación, las barras de las camas, los interruptores y los baños son “superficies de alto contacto” que funcionan como vectores comunes para el intercambio de bacterias y gérmenes entre pacientes y profesionales sanitarios.

Entre las infecciones más comunes, y también más agresivas, destacan las producidas por ‘Clostridium difficile’, ‘Staphylococcus aureus’ resistente a la meticilina (MRSA, en sus siglas en inglés) o ‘Enterococcus’ resistente a vancomicina (VRE, también en inglés). En algunos casos, sobre todo en pacientes más graves, su presencia puede resultar mortal.

Y aunque en los últimos tiempos han aparecido nuevas y prometedoras técnicas de limpieza, el trabajo demuestra que todavía no hay evidencia suficiente sobre los beneficios que ofrecen al paciente ni estudios que comparen varios métodos para ver cuál es el más eficaz.

“La limpieza de determinadas superficies de los hospitales es fundamental para reducir las infecciones nosocomiales”, según ha reconocido Jennifer Han, autora del estudio, que recuerda que en los últimos 15 años han aumentado en Estados Unidos las infecciones hospitalarias.

En parte, según apuntan Han y su equipo, se debe a que durante la limpieza rutinaria sólo se consigue desinfectar el 50% de las superficies de una habitación.

Durante el análisis de 80 estudios realizados entre 1998 y 2014, los autores del estudio trataron de comparar directamente diferentes formas de limpieza y desinfección, con el objetivo de determinar cuáles eran las más eficaces. Sin embargo, vieron que sólo cinco de los trabajos seleccionados eran ensayos clínicos controlados y aleatorios, y también había pocos que analizaran los beneficios que aportaba cada método de limpieza a la hora de reducir infecciones.

En la mayoría, el análisis se centraba en la medición de la suciedad y el número de agentes bacterianos antes y después de aplicar el método en cuestión.

Así, vieron cómo varios estudios mostraban como la incidencia de ‘C. difficile’, la causa más común de infecciones nosocomiales de tipo gastrointestinal, se reducía considerablemente con el uso de desinfectantes a base de lejía, mientras que los productos basados en dióxido de cloro eran menos eficaces.

Además, seis estudios analizaron que el uso de toallitas desinfectantes con agua oxigenada u otros productos químicos para mantener la higiene de manos conseguían una reducción sostenida de infecciones.

Un total de 17 estudios vieron que poner advertencias de ‘no tocar’ en determinadas superficies también permitía obtener resultados positivos, mientras que también hubo trabajos que mostraban los beneficios de proteger algunas superficies de las habitaciones, como usar revestimientos de cobre en barandillas o manillas de las puertas.

Los expertos proponen diseñar estudios que comparen diferentes métodos y analizar también otros factores, como identificar aquellas zonas que conllevan un mayor riesgo de contagio de patógenos.

Fuente: elmundo.es

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